La lectura en la educación es un tema complejo para los padres, porque no ven las diferencias entre obligar y hacerlo por sí mismo. Si se obliga a un niño a leer no se le está enseñando el hábito sino todo lo contrario, se le está creando una aversión hacía los libros. En primer lugar, cuando se obliga a una persona a hacer algo que no es de su agrado creará en él fastidio, por ende, no se aconseja enseñar a leer de este modo. Los niños deben ver que la lectura y los libros son algo divertido y no debe ser vista como una actividad tediosa o fastidiosa sino como un espacio de relajación. No es importante obligar a un niño a que lea una página, porque se aburrirá fácilmente, lo importante es que él por iniciativa propia tome un párrafo como mínimo y lo lea por sí solo.
La literatura cuenta con un amplío catálogo de opciones para hacer que cada persona encuentre en un libro un espacio de diversión y agrado. Para los niños, especialmente, existen temas que son fundamentales para ellos y que logran, con una sola palabra, atraerlos. Un momento de lectura de un gran libro de aventuras puede convertirse en el momento más preciado para ellos. Por ello, lo primero que debe hacer un padre de familia es ir a una librería y comprar un buen compendio de libros de aventuras. Luego, dejarlo al alcance de sus hijos, sin intermediar por ellos. Más adelante, insinuar, no obligar, a que lean; una buena frase hecha por los padres es la mejor introducción a la lectura.
Un aspecto fundamental, que hasta el momento se ha hablado poco por los especialistas, es el hecho de la lectura inicial de una persona. Como es sabido, los niños antes de su nacimiento pueden escuchar y sentir a su mamá. Esta situación es fundamental para iniciar con la etapa de educación, porque si desde este momento los padres leen en voz alta para ellos, se empieza a crear un vínculo intelectual con las palabras.
Luego, cuando se ha dejado de ser niño y se comienza con la etapa adulta, los intereses cambian. Los adolescentes ya no ven con agrado lecturas infantiles, sino historias de complejidad. Sin embargo, no se debe tomar este término pensando que a un adolescente se le puede dar ya un libro filosófico de Marx. No, en este punto, me refiero a la complejidad en su estructura narrativa. La historia debe ser interesante, pero que satisfaga sus deseos de adolescente.
La etapa inicial es fundamental, pero sucede que en as siguientes se deja la lectura por malos manejos en los hábitos.
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