Reforzamiento continuo en la educación |
El reforzamiento continuo en la educación es una estrategia para mejorar ciertas habilidades y competencias en el estudiante o en el niño.
Es una estrategia aplicable en el hogar como en la
escuela y sirve como método para disminuir comportamientos disruptivos y evitar alteraciones emocionales. Todo niño o
adolescente mientras va creciendo va desarrollando su personalidad y es susceptible
de encontrar ejemplos no muy favorables para la vida en sociedad, como por
ejemplo, la compañía de personas agresivas.
Reforzamiento continuo
La teoría del reforzamiento para
cambiar conductas fue planteada por Skinner y ha sido un tema de amplio estudio
en Psicología. Ha recibido críticas, porque supone que el ser humano es mecánico,
como si fuera un animal y que se comporta siguiendo sus instintos primitivos.
Esta teoría fue analizada en ratas de laboratorio que realizaban una conducta y
recibían comida. Los adiestradores de animales la utilizan en los
entrenamientos con animales. En las personas es utilizada de forma discreta. El
salario es una forma de reforzamiento que utilizan los empresarios. La mención
de honor es un reforzamiento en el colegio. Ejemplos como los anteriores los
encontramos en nuestra vida diaria.
El reforzamiento en la escuela y en el hogar
De acuerdo con lo anterior, no se
trata de mecanizar un comportamiento, sino de crear hábitos bajo el
reforzamiento continuo. El ejemplo más sencillo que utilizan los padres es
hacer que su hijo estudie o realice las tareas y luego salga a jugar o a
descansar. En la escuela es lo mismo, el estudiante realiza sus trabajos y
descansa o juega después.
En el plano educativo, el
reforzamiento continuo sirve para crear hábitos y conductas deseables para la
buena educación.
En el aula de clase
El docente debe educar al
estudiante para que escuche, atienda las indicaciones, desarrolle los trabajos
y descanse. Por lo tanto, debe analizar qué puede darle a los estudiantes que
les genere bienestar; por ejemplo, descansar en el patio de recreo cinco
minutos. El docente cuando el estudiante realice una tarea o escuche atentamente
refuerza ese comportamiento con algún premio. Si el docente mantiene reforzando
este comportamiento, el estudiante acomodará su pensamiento a la conducta
deseada, que es escuchar atentamente o mantenerse callado.
En el hogar
Como se puso en un ejemplo
anterior, los padres de familia otorgan el permiso de jugar o de salir al patio
si el niño hace sus tareas antes. Así mismo, si el niño es ordenado con sus
cosas, los padres pueden ir otorgándole más libertad o dándole regalos mientras
siga manteniendo ese orden.
Para ambos caso, escuela y hogar,
nunca se les debe indicar a los estudiantes o a los niños que recibirán a
futuro un premio por una conducta deseada. Esto se convierte en una negociación
y en un chantaje: “haz esto y te doy esto”. El niño y el estudiante deben
desconocer inicialmente que recibirán un premio por una buena conducta.
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