Francesco Petrarca |
Con un creciente interés humanista, Petrarca (1304-1374) dedicó sus años de vida a la creación, reinterpretación y hallazgo de obras literarias. Gracias a su ferviente pasión por las letras y su patriótico deseo por hacer de Italia el imperio grande que había sido, logró con su trabajo creativo rescatar textos del olvido y configurar un patrón común bajo el cual se dignificaban las lenguas nacionales.
Denominada posteriormente su
tendencia como Petrarquismo, está extendió por toda Italia, e incluso a España
–de forma mediada hasta Garcilaso-, el proyecto de la composición de sonetos en
endecasílabos (once sílabas) como parte de una obra completa denominada
cancionero, donde se expondría de forma casi cronológica y autobiográfica el
amor idealizado del poeta por su amada. Su tendencia lo convirtió en un digno
representante de la literatura universal.
Claro está, dicha adoración por
la dama se encuentra fundamentada en la concepción medieval del amor cortés, donde
el sentimiento amoroso se convierte en un mal que desuela, destruye y captura,
sin remedio o salida, al enamorado. Casi como un encantamiento, el poeta cae
preso de su dama tras verle en persona o representada, viéndose en la necesidad
inmediata y enfermiza de adorarle.
Esta forma de concebir el amor
venía acompañada por, en la mayoría de las veces, el desconocimiento de la
mujer ante dicho sentimiento; siendo culpable de la aparición de la muerte en
cientos de versos, sin su aprobación, opinión o motivo; más que la admiración
que a ella un sujeto tenía. Cumpliendo los parámetros del famoso amor cortés
medieval, Petrarca configura su Canzionere
(1342-1348); en el cual refleja su
eterno amor por Laura, exaltándola y culpándola de forma deleitablemente lírica
por hacerlo preso del amor. Su cancionero no estaba compuesto únicamente por
sonetos, sino que se configuraba con églogas, canciones, sextinas, balada y
madrigales; resultando en una experiencia casi autobiográfica del autor.
Su capacidad lírica e inventiva, cautivan a su
lector, permitiendo que se suma en un mundo de imágenes y motivos únicos. A
este punto, Petrarca no sería solo el padre de su corriente sino de la
construcción lírica de imágenes; tendencia que posteriormente incidió en otros
grandes autores como Shakespeare y Edmund Spenser.
Aunque Petrarca trabajó toda su
vida editando y complementando su cancionero, logró sembrar el germen en su
cultura del denominado “cancionero petrarquista”, una tradición que permitió
que muchos otros poetas semejaran al Canzionere.
La promulgación de esta tendencia permitió que la lengua italiana adquiriera el
conocimiento de un lenguaje común a favor de leer e imitar al fundador (Petrarca).
De manera increíble, las bases de
su tendencia se extendieron durante siglos hasta llegar a España, donde a manos
de Garcilaso transformó la concepción poética y lírica que mediaba la cultura
del siglo XVII español. Fundamentado en la tradición petrarquista, ya mediada
por el paso del tiempo, Garcilaso concibió una posición diferente ante el amor,
creando una fusión entre el sentimiento neoplatónico y el tradicional amor
cortés; sin perder nunca la huella de su
tendencia petrarquista inicial. En consecuencia, un gran representante del
Siglo de Oro español, como lo es Garcilaso, nació de la obra clásica y
universal del italiano Francisco Petrarca.
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