James Joyce |
James Joyce nace en Dublín,
comenzó a escribir desde que era muy joven, obteniendo su primer reconocimiento
literario a sus 18 años con el artículo publicado bajo el título de “El nuevo
drama de Ibsen”. Para esta misma edad ya había roto sus lazos con la Iglesia
católica, adentrándose en el mundo de las letras y el escepticismo.
Aclamado universalmente por el
éxito obtenido con su obra Ulises (1922),
la cual fue condensada para 1904, el mismo año en que conoció a su esposa. Fue
reconocido como autor de vanguardia dentro de la corriente del modernismo
anglosajón; corriente que le permitió obtener un lugar entre otros grandes
escritores como S. Eliot, Virginia Woolf, Ezra Pound y Wallace Stevens.
Empapadas sus obras por su ciudad
nativa Dublín, se puede encontrar una locación fuertemente enraizada en sus
escritos en este espacio, permeando sus escenarios, ambientes, personajes y
particularidades en las obras; así como el centro donde se desarrolla la
intensa problemática que tuvo con la iglesia católica de Irlanda.
Este escritor irlandés se casó
solo diez años antes de su muerte, cuando su hijo George le convirtió en abuelo
con su nieto Stephen, y su hija Lucía sufrió su primer ataque esquizofrénico.
Para 1907 Joyce casi pierde su capacidad visual como consecuencia de un ataque
de iritis que deterioró su ojos.
Según la Encyclopedia Britanica el autor tiene una capacidad única para
destacar el sutil y verás retrato de la naturaleza humana en sus obras, gracias
a un uso del lenguaje impecable, acompañado por un novedoso desarrollo de
formas literarias.
Entre sus obras, el primer libro
que publicó fue Música de Cámara (1907),
compuesto por 36 poemas de amor con una fuerte influencia de la poesía lírica
isabelina y los poetas líricos ingleses de finales del siglo XIX. Posteriormente publicó Dublineses (1914), un libro de 15 cuentos donde James Joyce narra episodios
importantes de su vida en la infancia y adolescencia en Dublín. En 1916
escribió su primera novela: Retrato del artista
adolescente, obra con un fuerte rasgo
autobiográfico; a la que acompaña la composición de los Exiliados (1918) su primera obra teatral. Joyce nunca cerró sus
horizontes a un solo tipo de creación literaria, por eso en sus obras
encontramos poética, cuento, novela, teatro, artículos, entre otras.
El Ulises de Joyce lleva entre sus líneas una propuesta estética
nueva con la que revolucionó la
concepción de la novela en el siglo XX. Inspirada en la Ilíada de Homero,
propone una combinación de las tradiciones literarias del simbolismo, realismo
y naturalismo. Antes de su publicación como libro, en 1918 era publicada por
capítulos en la revista Little Review hasta
su prohibición. Dos años después de la censura se lanzó el libro. Ante el
propósito de su libro, el propio autor irlandés brinda una explicación: "Es
la epopeya de dos razas (Israel - Irlanda) y al mismo tiempo el ciclo del
cuerpo humano y también el de una pequeña historia de una jornada. La figura de
Ulises me ha fascinado siempre desde niño. Comencé a escribir un relato para
Dublineses hace 15 años pero lo dejé (...) También es una especie de
enciclopedia. Mi intención es la de no sólo presentar el mito "sub specie
temporis nostri", sino también que cada aventura (es decir, cada hora,
cada órgano, cada arte conectados y fundidos en el esquema somático del
conjunto) condicione o, mejor dicho, cree su propia técnica".
Su última novela fue Finnegans Wake (1939) escrita en forma de una serie ininterrumpida de sueños
que tienen lugar durante una noche en la vida del protagonista. Con esta obra
escribe en un lenguaje renovado al combinar el inglés con palabras procedentes
de diferentes idiomas. Otras obras publicadas por él son: Poemas, manzanas (1927), Collected Poems (1936), libros de poesía y
Stephen, el héroe (1944).
En 1941 fallece este gran autor
tras una úlcera perforada, dejando un legado de reconocimiento y asombro
universal. Como dijo Anthony Burgess al final de su ensayo de Re Joyce: “Junto con Shakespeare,
Milton, Pope y Hopkins, Joyce sigue siendo el modelo más elevado en que ha de
fijarse todo aquel que aspire a escribir con propiedad. [...] Pero, una vez
leído y absorbido un solo ápice de la esencia de este autor, ni la literatura
ni la vida vuelven a ser las mismas de nuevo.”
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