Biografía de Marcel Proust |
Marcel Proust (1871-1922) fue víctima desde su infancia de una salud muy delicada, principalmente por un renuente problema de asma que le hacía experimentar muy malos momentos, motivo por el cual su madre Jeanne Clemence lo sobreprotegía. Como consecuencia de sus excesivos cuidados, Proust se ausentó de la escuela y desarrolló un fuerte síndrome hipocondriaco.
Apasionado lector, a sus 17 años
asistía al salón de Madame de Caillavet para deleitarse con las letras de
Anatole France, teniendo la fortuna de conocerlo a él y otros intelectuales
importantes de su época. Como el filósofo Victor Brochard y al escritor Dumas.
Aquí obtuvo el primer contacto cercano con el mundo literario, experiencia que
lo acompañaría toda su vida.
Teniendo un excelente dominio del
inglés, Proust tradujo dos obras del escritor inglés John Ruskin: La biblia de Amiens y Sésamo, y Los lirios, al francés. Las obras de
este autor habían cautivado la mente de Proust, su tiempo libre y ahora su
deseo de que fuera leído por sus coterráneos.
Posteriormente, la muerte de su
madre se convirtió en motivo de beneficio para la literatura y de trauma para
el escritor francés. Sin ella, los problemas hipocondriacos se intensificaron
más, teniéndose que recluir en un cuarto tapizado con corchos para que ningún
ruido externo le perturbara, así lograba conseguir un espacio donde escribir
alejado de factores que alteraran su propia hipersensibilidad y salud. Para
fortuna de la literatura, dicha reclusión dio vía al ingenio del escritor para
crear las obras por las que le reconoceríamos como pionero en la literatura
moderna.
Como escritor, Proust rebozaba en
virtudes e ingenio, sus obras y estilo están enriquecidas por una participación
esencial del subconsciente, la memoria y el recuerdo. En su obra más reconocida,
En busca del tiempo perdido, logra
cautivar con imágenes y divagaciones en el tiempo al lector, puede sublimar su
espíritu junto al de su protagonista, mientras lo trae al presente con el
último destello de aroma de una magdalena. Sus letras logran capturar al
tiempo, y es en ellas donde la percepción y descripción que del tiempo él
realiza modifican los paradigmas literarios que estaban presentes hasta ese
momento en la literatura del siglo XIX, logrando describir con imágenes y
experiencias casi vívidas el tiempo ya pasado. Reconstruye con detalle
asombroso cada objeto o lugar de un recuerdo, normalmente evocado por algo del
presente; este juego lleva al lector a sentir como si el pasado estuviera
transcurriendo para reconstruir el presente.
Todo aquel maravilloso estilo lo
condensó en los siete tomos que componían En busca del tiempo perdido: Por el camino de
Swann (1913), A la sombra de las muchachas en flor (1919), El mundo de los
Guermantes (1921), Sodoma y Gomorra (1922, La prisionera (1923), La descripción
de Albertina (1925) y El tiempo
recobrado (1927). Las últimas tres obras fueron publicadas tras su muerte
por su hermano. Aunque el primer tomo de la colección no tuvo la acogida
esperada, a partir del segundo el recibimiento fue todo un éxito.
Proust innovó y dejó una obra que
con una prosa exquisita, que deleita no solo tu vista, sino que trasciende a
llevarte a leer su obra casi como si fuera tu propia vida.
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