Esta pregunta se la hacen todos los padres cuando desafortunadamente el médico les dice que su hijo tiene autismo. Aunque no deja de ser un problema, no es tampoco una desgracia, como afirman muchos padres. Un niño con autismo es una persona que ve el mundo de otra manera. Su comportamiento va a estar ligado a sus sentimientos y al comportamiento de sus padres, puesto que ellos una actitud negativa y una rutina mal enseñada se convierte en un motivo de pataleta.
El autismo no es una enfermedad como frecuentemente dicen muchos padres (En ocasiones he escuchado a algunos médicos). Es una condición y como tal no tiene cura. Estar ciego es una condición, por ello, el autismo se asemeja a esto. Sin embargo, no quiere decir que una persona que tenga esta condición no pueda tener una vida saludable.
Luego del primer año de vida es cuando el niño empieza a mostrar actitudes que más adelante confirmarían su condición de autista. En esta etapa se ve que el niño empieza a tomar comportamientos diferentes a los de otros de su misma edad. Es mucho más frecuente que llore o patalee sin causa alguna. Es también el momento en que él va creando rutinas que más adelante se vuelven una pesadilla para los padres, porque si se acostumbró a pedir de comer llorando, siempre lo va a hacer, incluso hasta la madurez.
Por ello es importante, primero, que el padre a penas tenga alguna duda sobre autismo en su hijo, vaya inmediatamente al pediatra. Luego, debe ir modificando sus conductas; evitar comportamientos negativos que puedan afectar las rutinas saludables del niño, es decir, enseñarle a cómo pedir las cosas y, de cierta manera, a cómo comportarse.
Aunque pareciera una tarea imposible enseñarle a un niño sobre cómo comportarse, no es algo para morirse en el intento. Muchos padres están equivocados a la hora de educar a sus hijos y por ende enseñan valores negativos como gritar, insultar, golpear, entre otros. En este aspecto es importante que los padres dejen de lado los gritos, las peleas y los golpes, porque esto que ellos demuestran, el niño lo aprende.
Un niño con autismo es muy receptivo a las rutinas, por ende, se le debe enseñar buenas rutinas. Ejemplo de ello es sobre la ida al baño. Una cuestión difícil pero satisfactoria. He visto casos en los que un adolescente con autismo todavía no tiene la rutina del baño. Un error garrafal. Esto quiere decir que sus padres nunca tuvieron tiempo para enseñarle esta rutina.
Por lo tanto, lo primero que tiene que hacer los padres es tomar un gran aliento y no preocuparse, porque un niño con autismo no es un problema, sino una forma diferente de vivir la vida.
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