Cervantes Saavedra |
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha básicamente es la historia de un anciano conocedor –de memoria- de los libros y tradiciones representadas en las obras de caballería; con una imaginación y convicción incomparable, gracias a la cual logró adaptar el mundo de una España renacentista en un entorno medieval, encontrando en cada acto una travesía digna de un glorioso caballero.
Esta grandiosa obra fue fruto de
las manos de un hombre apasionado por las letras: Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616).
Con pocos recursos económicos y un linaje insuficiente para ser reconocido y
apadrinado por un duque o condesa, Cervantes se sumergió entre los artistas de
la época, convirtiéndose en poeta, novelista y dramaturgo.
Siempre buscando ser reconocido
por su lírica poética, fue mayormente apreciado por sus relatos y novelas. Con
una notoria frustración en este ámbito, permanecía en constante rivalidad con
el poeta y dramaturgo Lope de Vega; a quién solían exaltar, por encima de él,
en la poética y dramaturgia. Cervantes y Lope empleaban sus obras para
parodiar, criticar e incomodar a su rival, reprobando su estilo, tendencias,
esquemas dramáticos e intenciones poéticas.
Cervantes, aún pese a su
rivalidad, fue reconocido –sintiéndose orgulloso- por ser un buen soldado y
haber participado en la Batalla de Lepanto. Tiempo donde adquirió el
sobrenombre de “El manco de Lepanto”; no propiamente por haber perdido la
extremidad de forma física, sino por perder la movilidad de la misma, gracias a
una esquirla que le afecto los nervios en la mano. Así que este autor no fue
solo escritor, sino poeta, dramaturgo y soldado.
Luchando y sufriendo por sus
insuficientes recursos, durante la guerra fue víctima de un cautiverio donde,
asumiendo una posición heroica quijotesca, trató de escapar 4 veces con otros
prisioneros; lastimosamente fueron descubiertos. Resaltando su carácter justo,
Cervantes siempre asumía la responsabilidad de los hechos, llevando consigo las
sanciones del castigo y el respeto de sus compañeros. En este gesto se puede encontrar parte de las virtudes de su
don Quijote.
La obra más reconocida de su
autoría es El Quijote (1605), gracias
a la cual recibió el sobrenombre de “El príncipe de los ingenios”, junto a un
reconocimiento universal. Esta obra tiene mayor trascendencia que sólo parodiar
la densa tradición caballeresca que avasallaba las lecturas de la época. Con su
protagonista: Alonso Quijano, Saavedra crítica y parodia la sociedad de su
época, donde el interés constante por lo moralmente correcto, conjunto al
surgimiento de teorías literarias para esquematizar y parametrizar la creación
de libros, estaba dejando a un lado obras de valioso contenido; limitando el
espíritu creador del autor, e incluso domando
la mentalidad de toda una sociedad, a favor de una fe e ideología.
El mayor éxito que contiene esta
obra, se encuentra en el vencimiento a todas las barreras y filtros impuestos
por los poderes, para evitar libros críticos, revolucionarios o que fueran
contra el sistema, que logró Cervantes. Así, El Quijote alcanza en sus páginas a cautivar el esquema exigido y
autorizado por su sociedad; junto a las represalias prohibidas por la misma, bajo la cobertura
del humor y la sátira. En consecuencia, el estudio de esta obra revela las
ideologías de su época, e incluso –podemos sugerir- representa rasgos humanos
tan universales, que, hoy día, nos permiten identificar con ellos y hacer reír
pese a los cuatro siglos de diferencia entre ambas épocas.
Con el gran éxito que tuvo El Quijote, y una tradición dispuesta a
transcribir o continuar las obras de otros autores, Cervantes sufrió el
infortunio de que alguien desarrollara la segunda parte de su obra, con tan
mala calidad, que el sentido y particularidades de sus personajes se perdieron.
En consecuencia comenzaron comentarios y rumores que lo desfavorecieron;
decidiendo como autor primario crear la verdadera segunda parte de El ingenioso Hidalgo Don Quijote. En esta son los
personajes, que conociendo previamente las aventuras de don Alonso, le adaptan
el mundo y las situaciones para que siga bajo su encanto. Siendo una lectura
igualmente crítica y humorística, Cervantes se asegura de evitar una tercera
parte de su obra, brindándole un final inesperado a su protagonista principal.
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