Eurípides (485-406 a.C.) junto con Sófocles y Esquilo fue uno de los grandes poetas trágicos de la antigua Grecia. Influenciado por los sofistas, Eurípides buscó transformar la concepción del género clásico de la tragedia.
Dejó a un lado el interés por
exaltar en la obra las creencias míticas y religiosas que invadían los textos
de sus compañeros, para presentar un tratamiento más cercano entre el hombre y
su día a día. Expresando un llamativo interés por la conciencia del hombre y la
forma en que asume los retos con decaimiento y tristeza.
Sus héroes eran personas con
debilidades y flaquezas, dominados por profundos sentimientos oscuros que los
apartaban de su destino. Tras un tortuoso camino, el héroe de Eurípides lograba
ser beneficiado por la intervención de los dioses, quienes, al final de la
obra, demostraban su poder e inminente capacidad para incidir en el porvenir de
los mortales. El recurso para introducir a los dioses en sus obras, era
denominado deus ex machina, que hacía
referencia a la introducción inesperada de un dios para facilitar o provocar el
desenlace de la tragedia.
La tragedia clásica se caracterizaba
por la presencia de extensos coros, en los que se narraban las peticiones a los
dioses, o los planes a ejecutar; con una idea innovadora, Eurípides disminuye
la aparición de coros a lo largo de la tragedia, para darle prioridad al
tratamiento sicológico de sus personajes mientras hacia uso en sus dramas de
los prólogos. La estructuración de su obra, en dicha manera, le ocasionó
fuertes críticas, por considerarse sus creaciones como imperfectas, al separar
el uso del coro de la acción, poseer un prólogo explicativo y la conveniente
intervención divina en sus obras.
La primera tragedia de su autoría
fue Los Pelíadas, con la que ganó,
quedando en tercer lugar, en 455 a.C. el
concurso de dramáticos de Ática. El gozo de ser vencedor solo lo experimentó en
otras cuatro ocasiones. Lastimosamente el inminente talento de este trágico no
fue muy reconocido en su época, con 92 obras de su autoría, fueron los trágicos
latinos, representantes del neoclasicismo y el Romanticismo alemán, como
Kessing, Schiller y Goethe, quienes dieron valor e imitaron su esquema
dramático.
De su producción trágica se
conservan 17 obras, en las cuales se ve la incidencia de sus maestros sofistas
y filósofos como Protágoras, Anaxágoras y Sócrates. Sus obras capturaban las
transformaciones sociales que se estaban presentando en Atenas a finales del
siglo V a.C. desde la mirada desesperada de sus habitantes.
Algunas de sus obras más
reconocidas son: Alcestis (438 a.C.), Medea
(431 a.C.). Hipólito (428 a.C.), Las
troyanas (415 a.C.), Helena (412 a.C.) y Los cíclopes, un drama satírico.
En palabras del propio Eurípides,
encontramos la idea que de los dioses él tenía:
“Los dioses nos dan muchas sorpresas: lo esperado no se cumple y para lo
inesperado siempre hay algún dios que abre la puerta”, sabias palabra que
condensan su intención dramática.
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